Cada vez se nos acerca más el esperado 2010, año en que se celebrará el Bicentenario de Chile. En esta oportunidad se celebrarán los 200 años desde
Si bien el bullado Plan Bicentenario contempla una diversidad de obras, proyectos y programas, entre ellos los más destacados son las construcciones y aperturas de espacios para la sociedad en un ámbito recreativo, lo cual deja un sabor agrio. Como trabajadores sociales deberíamos esperar del gobierno más planes y programas sociales satisfactorios, que no sólo se remitan a proyectos culturales-recreativos para las personas, pues ya que este esperado año conmemorativo es un escenario de inversión económica para la sociedad se debería dar mayor cabida a implementación políticas públicas innovadoras y que cumplan las expectativas de calidad de vida de las personas más necesitadas del país; además sería mucho más grato oír y ver soluciones reales para problemas contingentes que atestan a nuestra sociedad de hoy en día, como lo son la pobreza extrema de los sectores más vulnerables del país, la inmensa brecha de desigualdad entre los sectores pobres y los más acomodados, los conflictos políticos de territorio y etnicidad con la nación mapuche, los graves problemas medio ambientales que amenazan a nuestro territorio intervenido por empresas mayoritariamente transnacionales, disminuir las altas cifras de desempleo y buscar soluciones concretas para los ejes temáticos transversales que aquejan a una sociedad, tales como, salud, educación y vivienda. A partir de las revueltas que se han producido en el país luego del retorno a la democracia, se han logrado mejoras en los ámbitos recién mencionados, sin embargo, no son suficientes, pues se logra percibir a falta de voluntad política para terminar con estas demandas que en realidad pareciesen ser una piedra en el zapato para los señores gobernantes.
Es en estas temáticas donde como trabajadores sociales podríamos aportar inconmensurablemente, pues es lo que nos compete en relación a la razón de ser de nuestra profesión. Si el trabajo social posee como objeto de la profesión el bienestar común y la justicia social, debiésemos defender el accionar por un Plan Bicentenario que verdaderamente abogue por la inclusión, diversidad y calidad de vida de las personas, lo cual se vería mucho más llevadero con la implementación de proyectos y programas que se vinculen estrechamente con las necesidades más básicas de las personas las cuales (aún) no otorgan completamente una satisfacción a los sectores populares vulnerables de la sociedad chilena. No por esto habría que dejar de lado las iniciativas de obras con miras hacia lo cultural, recreativo y de reconstrucción histórica de la nación, sin embargo, creo que debiesen haber prioridades, pues es la oportunidad de inversión en lo social, por lo cual es un momento preciso. ¿De qué sirve la gran inversión en estadios, parques y actividades culturales si hay gente que vive en condiciones de hacinamiento, pasando hambre y que hace sacrificios vergonzosos para ser atendido en un hospital público? Creo que no es el camino correcto seguir esta línea.
El Bicentenario también se llevará a cabo con iniciativas del sector privado, dentro de las cuales destacan la misma línea de proyectos, obras arquitectónicas, espacios recreativos, actividades culturales e inversión en algunos proyectos sociales de importancia como la erradicación de campamentos. Pareciera ser que la celebración del Bicentenario exige inaugurar, cortar cintas, cumplir con expectativas, cumplir plazos, en fin, con hacer alarde del embellecimiento del país, del supuesto progreso que Chile ha tenido a lo largo de 200 años, que si bien es innegable, por otro lado, pareciera ser que se centra más que nada en lo visual y en seguir posicionándose frente a los demás países Latinoamericanos como un país en reales vías de desarrollo.
Nuestra tarea como trabajadores sociales debiese ser cambiar los ejes centrales para el futuro de una sociedad verdaderamente realizada, pues se torna irrisorio y hasta gracioso que los planes de gobierno estén enfocados primordialmente a lo turístico más que a la protección social, me parece que de esta manera no se logran los objetivos que el mismo gobierno se plantea.
Un verdadero país democrático inclusivo, que busca la equidad social, que promueve el verdadero bienestar común, que cuide su medio ambiente, que aumente la calidad de vida de las personas, que tiene una justa justicia, es un país más libre, con crecimiento y progreso real. De acuerdo, una tarea fácil no es, pero creo que como trabajadores sociales no podemos dejarla de lado, como tampoco podemos dejar de lado la labor de incitar a la participación ciudadana de las personas que hasta ahora no tienen voz, y ayudar a agudizar en ellos la capacidad reflexiva y crítica para que entre todos podamos construir una sociedad justa y de bienestar común.
Finalmente, queda invitar a la reflexión y al cuestionamiento de los proyectos que se llevan a cabo en el país donde nos tocó nacer, ya que no es bueno hacer oídos sordos sobre las cosas que no nos gustan, al contrario, debemos informarnos, y tener claro que es lo que efectivamente se está haciendo para trabajar en pos de una sociedad mejor, sobre todo nosotros, que nos compete directamente la aplicación de programas interventivos, además del diseño de las políticas de que implementarán, es decir, nuestro quehacer es transversal, por lo que el desafío está planteado, quizás ya no para este Bicentenario, pero si para el futuro próximo.
[1] Disponible en: http://www.elrepuertero.cl/admin/render/noticia/19539
Bibliografía:
http://www.chilebicentenario.cl/
http://www.icarito.cl/icarito/dossier/sumario/0,0,38035857__453,00.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Bicentenario_de_Chile
Daniela Hernández Montecinos.
Cátedra Trabajo Social II
Primer Año-Sección 1- 2009
Trabajo Social, UTEM.